Así es queridos lectores, para que no
digan que todo es cantar “únete a los
optimistas” ni estar de buenas cascabelando por la vida les contaré mis “relámpagos”
durante Agosto (con permisito de Jorge Ibargüengoitia por ocupar el título de
su libro). Escribir esto sin duda será catártico. No encontrarán aprendizajes
ni reflexiones sobre los sucesos, hasta ahora sólo son relámpagos que me han sacudido.
Todo comenzó en Agosto cuando estaba
asentándome en mis 38 años recién cumplidos. Cada 6 meses hago corte de caja para re enfilar mis energías, ese era MI plan hasta que el Universo se expresó contundentemente
en contra de mi tranquilidad.
Relámpago
1
Cambios en la estructura de la oficina
Tenía yo un compañero de banca, Raúl,
con quién compartía la coordinación de los proyectos del área. Por distintos
motivos se movió a otra área de la compañía. Esta situación provocó un primer
tronido en el cielo de mi vida. Hubo que reacomodar esfuerzos, he tenido una carga de trabajo "interesante"; además de que le tengo cariño a la persona con la que compartía oficina y platicaba diario.
A este reajuste le sumamos el
desarrollo del proyecto más complicado para coordinar que he tenido en mis 8
años en Investigación de Mercado. Fue una pesadilla que desgastó al equipo
completo y a los clientes; generó tan mala vibra que todo lo que pudo salir mal
salió mal. En verdad salado desde el principio: mails, llamadas, juntas, mala
comunicación, cambios de última hora, eventos de verdad ya karmáticos….¡pesadilla total! No acostumbro estresarme por chamba, pero este proyecto sí me produjo estrés
porque no veía por dónde podría resolverse, topábamos con pared por todos lados.
Ayer concluyó con un buen raspón, sin embargo falta la parte complicada… analizar
la información. Ha sido una piedra atada al zapato y todavía la vengo cargando.
Relámpago
2
Cambio de hogar
Estaba por mudarme al departamento del
amigo que iba a dejarme la renta más barata cuando sucedieron cosas que me
hicieron cambiar de opinión. Sería irrespetuoso e injusto contar mi versión de
los hechos. El caso es que en un fin de semana tuve que parar mudanza, revisar
con mi casero nueva fecha para salirme y encontrar un nuevo departamento. Ya
traía el agobio del “bonito” proyecto carcomiéndome y luego este dramita, además
de que en la decisión gasté mucho más de lo que tenía previsto. ¿Si se acuerdan
que estoy ajustando mis finanzas y bla, bla, bla? Pues como dice el dicho “me
salió el tiro por la culata”
Aquí tuve otra piedra en mi zapato que
sigo arrastrando un poquito, elegí rápido, tuve tensiones con mi amigo, y
apenas esta semana está quedando todo en su lugar en mí nuevo hogar. Planeo quedarme
un año en este departamento para después buscar mejor algo ya mío mío.
Relámpago
3
Cambio radical de look
Este es un tema que no quiero que se
malentienda. Hace 5 meses decidí donar mi pelo para una organización que hace
pelucas para niños con cáncer (pueden buscarla en FB como Rizos de Alegría),
esa causa me motivó, me lo dejé crecer mucho para cortármelo hace 4 semanas. Que quede claro que por ayudar a niños en estas condiciones jamás me
arrepentiré.
El problema fue que me cortaron el
pelo muchísimo -hasta la barbilla- que para mí es como estar pelona porqué
siempre he tenido el pelo largo. Nunca medí el impacto emocional que iba a tener
para mí este cambio. Soy vana, ¿qué quieren que haga? Tengo mi parte femenina
que asocia el pelo con sensualidad, la posibilidad de peinarme de acuerdo a la
situación o al humor que traiga, es un accesorio y un rasgo que yo consideraba
parte de mí. Fue un súper shock que terminó por agotar mi ya cansada
emocionalidad, suena a drama absurdo de Niurka, pero es real. Era un elemento de
seguridad personal y no medí el impacto que tendría. En medio de este tormentón
de autoimagen me puse extensiones, luego me las quité, me volví a poner de otra
forma las extensiones, me las volví a quitar. A estas alturas
ya me voy acostumbrando. He recibido comentarios lindos, y ayer fui a que me
hicieran luces para darme más vida a la cara (las mujeres me entenderán). Ya sé
que es pelo y crece, pero junto con los otros relámpagos, esto termino por apagar
mi brillo. Apenas voy sintiéndome bien con el cambio y la verdad ya me gusta.
En resumen, me siento agotada, apagada
y apenas con una chispita de la luz que siempre traigo. Este mes me dejo out en
muchos aspectos, claro que debemos agregar a los relámpagos lo que se acumuló de la vida
cotidiana. Me siento como con una tenue lucecita, arrastrando la cobija. Tal
vez puede parecerles exagerado, pero esto ha sido de forma resumida mi mes, y
todo tiene implicaciones que han movido cosas y emociones respecto a mi
trabajo, mi familia y sus opiniones de mi cambio de casa, mi identidad
personal, mi toma de decisiones y mi comportamiento, aspectos que a su vez se han combinado con otras situaciones dando como resultado una Cobi que pide esquina. Es más, únicamente fui 3 veces al gimnasio durante el mes, siendo éste un gran escape de tensiones y fuente de endorfinas que no puede aprovechar.
Sé que no son las complicaciones más
grandes de la existencia, pero son mis complicaciones, y bendigo a la Vida
porque estos sean mis problemas. El caso es que hoy
miércoles 12 de septiembre pido esquina, ondeo bandera blanca al Universo y me
declaro en huelga emotiva hasta nuevo aviso. No voy a salir con la jalada de “son aprendizajes en la vida que nos ayudan
a tomar mejores decisiones”, ni siquiera estoy en ese punto de poder decir
que me he dado cuenta de algo en todo este embrollo, no me he dado cuenta de
nada y sólo arrastro la cobija.
¿Ven como no todo es fiesta en el Cobiworld?
Claro que tampoco me azoto, sólo digo “alto
y tomemos vacaciones”, vacaciones da la vida tal como está hoy. Sé que
estos cambios son umbrales que aún no he podido distinguir hacia qué camino me
llevan, pero son cambios que seguro marcan nuevas cosas y para eso necesito
inflar la mente y el corazón.
Por todo lo anterior tengo un maravilloso pretexto para
ir a ver a mi mejor amigo el mar. Me voy a tomar unos días de descanso para tumbarme
al sol, meterme en aguas saldas y recibir el abrazo que llevo necesitando
durante estas últimas semanas, un abrazo al espíritu alborotado que en estas
situaciones toma posesión de mi. Ya les contaré a mi regreso cómo se van
ajustando las cosas, porque de eso no me queda ninguna duda, siempre todo
termina por acomodarse en el mejor lugar.