jueves, 5 de mayo de 2011

Señora, señora, señorona...

Esto que hoy leen lo escribí hace como dos años y, a falta de mayor creatividad, aprovecho este 10 de mayo para rendirle un pequeño homenaje bloggero a mi “mamichi”

"A ti te dedico mis versos mi ser y victorias
a ti mis respetos señora señora....
...tu nombre es un nombre común como las margaritas,
siempre en mi poca presencia constante en mi mente
y para no hacer tanto alarde
esta mujer de quien hablo es linda mi amiga gaviota
su nombre es....... MI MADRE"

Canta así Denise de Kalafe, y esta canción me queda perfecta, ya que, de pura casualidad, mi madre se llama Margarita.
No tengo memoria de nuestro primer encuentro, pero supongo que nos hicimos amigas desde el día que se enteró de su embarazo. Únicamente tuvimos que esperar nueve meses para poder demostrarnos nuestra amistad, ella meciéndome en sus brazos y yo ajustando mis capacidades corporales para integrarme al mundo. Eso sí, dice que fui un parto fácil, nací así como soy, ligera y sutil.

Recuerdo pocas cosas de mi primera infancia, pero tengo una imagen muy clara de cuando tenía tres años. Por un accidente casero perdí un pedacito del dedo meñique derecho. Aún puedo ver claramente mi mano como una pelota blanca y grande, eran las vendas de la curación. Mi mamá me tenía en sus piernas, apretada contra su pecho mientras me consolaba. Como esta imagen tengo muchas, ella siempre curándome o dándome amor después de cada uno de los varios accidentes infantiles que tuve.

Algo que siempre le agradeceré, es el esmero que ponía al planear las cosas para nosotros. Convertía las fechas especiales en verdaderas celebraciones. Preparaba todo de tal forma que, por lo menos yo, aprendí a sentir mucha emoción por los festejos. Y se los agradeceré siempre porque me parece básico para la infancia aprender a sentir emoción y sorpresa por la vida.

 Margarita hacía que los cumpleaños fueran fechas súper especiales, desde ahí me quedó la costumbre de festejar siempre con alegría. Planearlos era todo un acontecimiento; empezabas eligiendo el vestido, zapatos, moños, escoger el pastel, las piñatas, ir al centro por los dulces, hasta tener el show adecuado. Si mal no recuerdo, para alguna fiesta hizo piñatas de celofán llenas de globos, lo cual era muy divertido,  ya que la fiesta empezaba semanas antes de la fecha. Y el mero día verdaderamente me sentía como la reina del mundo, aunque me parece que la más emocionada era ella.

Otro tema eran los disfraces, se “pulía” haciéndolos, todo para yo llegará después del evento con los zapatos y el sombrero de otra niña que me había dicho qué bonitos tus zapatos.

Me acuerdo mucho de un nacimiento jumbo que puso. Verdaderamente era de concurso. Lo instaló en una parte de la sala, suelo de corcho, muchas casas para darle vida al pueblito, montañas de heno, rafia simulando ríos, pasto artificial para los caminos…. ¿se imaginan el tiempo y la dedicación para planearlo? Todo para que mis hermanos y yo tuviéramos un hermoso nacimiento.

Alrededor de mis cinco años le detectaron un tumor en el cerebro, tuvieron que llevarla varias veces al extranjero para decidir qué hacer. Finalmente le hicieron una operación con el cerebro abierto. Ni mis hermanos ni yo imaginábamos la amenaza que eso para representaba nuestra familia. Sólo la recuerdo cantando mucho México lindo y querido, si muero lejos de ti. Lo bueno es que no recuerdo haber sentido miedo o pensar que algo malo podía pasar, eso debe ser por la forma en que mis padres actuaron con nosotros, lo cual agradezco infinitamente. Se necesita valor para hacer sentir que todo está bien cuando el miedo está a flor de piel. Sigo dando gracias a Dios porque nada más se le aireó el cerebro a mi mamá, lo digo con todo respeto Margarita.

Mi memoria me dice que era muy divertida, lo sigue siendo, tiene sus destellos con mis sobrinas que aman jugar con ella. Recuerdo que por las tardes nos sentaba a mi hermana y a mí a jugar cartas, las fichas eran botones.  Mientras jugábamos también aprendíamos a
tomar café "molidito". Claro que cuando mi papá llegaba, se infartaba de ver el escenario, la reacción de él hacía el numerito más divertido aún.
En el coche siempre íbamos con el radio a todo volumen, cantando todo lo que ponían, de ahí me viene el ser un cancionero musical de los ochentas. Un día veníamos haciendo el numerito cuando unos chavos del coche de al lado se la querían ligar, era MUY guapa. En esa época usaba peluca, ya que con la operación la habían rapado a coco. Mi hermana y yo nos reíamos con ella del intento masculino, cuando de repente voltea, los ve, les sonríe y se quita la peluca. Nos reímos a carcajadas de la cara que pusieron los galanes, esas eran sus puntadas.

También debo confesar que era muy mal hablada. Para que dejara de decir groserías, mis hermanos y yo acordamos con ella que por cada grosería que dijera nos daría un peso. Resultado…. llenamos un bote grande de pesos, pero ella no dejo de decirlas, nosotros nos cansamos de juntar dinero.

Durante mi etapa estudiantil tuvimos muchos "roces", ya que nunca fui alumna de dieces, y a veces ni siquiera de seises. Cada mes era un regaño, una promesa, hasta que fui evolucionando mis mentiras sobre porque, justo de toda la escuela, mi boleta era la única que no habían entregado. Otra veces iba a su cuarto, ponía la boleta debajo de su almohada y me iba a dormir como a las 8 de la noche, yo sabía que no tendría corazón para despertarme con el regaño. A la mañana siguiente las prisas hacían que el enojo disminuyera. Ella ya sabía todas mis mañas, qué preocupación para ella y que estrés puede vivir un niño. La cantaleta era la misma es la última vez que voy a hablar a tu escuela, pero al mes siguiente ahí estábamos de nuevo poniendo nuestras carotas en la dirección. No fueron nuestros momentos más felices, y me pregunto ¿qué pensaba de mi, qué era lo más le preocupaba?

En el umbral de mi juventud y adultez temprana tuve una depresión, sin duda su amor fue el mejor apoyo para mí. Cuando estaba en ese proceso decidí llevar a mis papás a las consultas con mi terapeuta, para que supieran lo que pasaba y, sobre todo, me ayudarán a salir de ese hoyo tan espantoso. Hubo pláticas y reclamos fuertes, pero ellos se portaron a la altura aceptando y curando mis heridas. Gracias a su amor, paciencia y comprensión pude salir adelante sin tanta complicación. En las tardes nos sentábamos a ver la tele, yo toda grandota ponía mi cabeza en sus piernas para el "piojito time", ella solamente me acariciaba y me dejaba llorar sin “enchincharme” preguntando ¿qué te pasa? o diciéndome no llores. Me dejaba estar, limpiar mis dolores con las lágrimas, me daba su amor incondicional, y  yo me sentía mejor, segura y tranquila porque contaba con ella.
  
Seguramente todos pensamos que tenemos la mejor mamá del mundo, y eso es bueno porque significa que nos han amado y demostrado ese amor de forma que nosotros pudimos entenderlo. Pero fuera de ese cliché, yo no sé si he tenido la mejor mamá del mundo, pero sí he tenido la mejor mamá para mí y mis circunstancias.

Me ha enseñado a luchar, a encontrar la fuerza y la luz en mi corazón, me ha enseñado con palabras y acciones que nada, nada, pero absolutamente NADA de lo que me pasé puede ser tan grave como para no seguir adelante luchando con todo para vivir en plenitud.
Me ha enseñado que la vida siempre se compone y se vuelve a descomponer de forma incontrolable pero que lo realmente importante es la actitud y las ganas de siempre salir adelante. No me lo ha dicho, pero me ha enseñado con su vida que lo importante es tener un centro en el corazón al cual regresar a tomar aire cuando hay tiempos difíciles, el cual hay que alimentar y fortalecer cuando son buenos tiempos.

Varias veces le he dicho que nunca la he visto derrotada, lo que me hace decir que tengo una mamá fuerte. Esto no significa una mamá que no ha sufrido o que ha ocultado sus sentimientos para mostrar fortaleza. La he visto triste, enojada, frustrada, con el corazón roto, preocupada, cometiendo errores, pero nunca nunca nunca la he visto derrotada, vencida  o "inmóvil al borde el camino". Siempre ha buscado la forma de seguir adelante, de resolver los problemas, nunca se ha quedado esperando que la vida por sí sola le haga la magia de componer sus circunstancias. Siempre ha sido ella con su fuerza y su capacidad la que ha logrado salir de cualquier dificultad, y ese ha sido uno de los mejores regalos que ha podido darme en la vida, enseñarme con su ejemplo que la vida es para disfrutarla no para sufrirla.

También he aprendido de sus errores, algunos me hicieron sentir enojada y otros, triste, pero al final han sido enseñanzas que yo he tomado para mi vida.

Mamichi, sabes que te amo con todo mi corazón, aunque nunca las palabras alcanzarán a explicar el sentimiento. Doy gracias a Dios por tu presencia en mi vida y te doy las gracias por TODO lo que me has dado y enseñado.


"... a ti mi guerrera invencible, a ti luchadora
incansable, a ti mi amiga constante de todas las
horas ...
tu nombre es un nombre común, como las margaritas,
siempre en mi poca presencia constante en mi mente,
y para no hacer tanto alarde, esa mujer de quien
hablo, es linda mi amiga gaviota su nombre es... ¡mi madre!"

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