No
quiero que luego digan que nada más los preocupo y no les comparto las segundas
partes de mis “lamentos” ¡ja!
En
mi última entrada estaba saturada, con ganas de irme a la playa para aventar
los tacones, ponerme chanclas y cargarme con la energía del mar. Tengo la buena
costumbre de obedecer a mi intuición y si ella dice “detente” mi vida la
obedece, así que me fui 5 días a Los Cabos a visitar a mi querida amiga Saraí,
quien se portó como una súper anfitriona con su servidora.
El
viaje fue de lo más reparador, el alto en el camino que tanto necesitaba. Por
fin me sumergí en el mar, esa primera bocanada al regresar a la superficie es
el comienzo de un viejo ritual personal. Una vez llena de agua y sal nado lo
más lejos posible y me pongo “de muertito” para dejarme estar hasta que el mar
me va regresando a la orilla. Durante ese vaivén mi mente se vacía, siento el
agua entrando en mis oídos, escuchó las olas, admiro el cielo, disfruto de la
sensación del sol y aspiro el aroma del mar. Ese es el justo momento de
“quietud” en el que mi vida comienza a recargarse, es mi momento perfecto, mi
“happy spot”. Este hábito me desconecta y me permite ponerme a “foreverear”
tranquilamente (término personal usado para cuando mis pensamientos andan
sueltos formando nuevas ideas). Mi mente es como un chícharo en cazuela,
siempre está de un lado a otro pensando, reflexionando, reorganizando
conceptos, buscando aprender, así que debo darle su espacio en lugar de tratar
de controlarla y someterla a mi otra mente, la que lucha por amoldarse a la
concreción que exige el mundo social.
En
esta ocasión, además de ese ritual necesitaba un algo que estableciera
claramente haber logrado mi equilibrio. Estaba a la caza de una ceremonia
personal para grabarla en la memoria como el símbolo de un nuevo arranque. Para
encontrar u organizar estas ceremonias personales no tengo prisa, sé que
siempre acaban por llegar en el momento justo, así que mientras este acto se
formaba tras bambalinas me divertí mucho.
Saraí lleva 6 años viviendo en Los Cabos, se fue para encontrarse y con este mismo fin se mudaron la mayoría de los amigos que conocí. Eso me dio pie a mi primera forevereada “todos estamos en constante búsqueda de eso que no sabemos qué es, somos capaces de recorrer grandes distancias físicas y emocionales, poniéndole la excusa de un sueño o de un lugar mejor, pero sin importar que tan lejos vamos, si es un viaje temporal o definitivo, esa búsqueda siempre acaba en el mismo destino, en el fondo del corazón. Hasta que no lleguemos a él seguiremos sintiendo la ansiedad primera que nos hizo hacer maletas para desconectarnos de la vida tal como es en ese momento” Para mí no hay más, aún así sé que es algo que tendré que recordar muchas veces. Seguro haré muchos viajes similares y llegaré a la misma conclusión. No importa, me gusta la idea de viajar y lo bueno es que cada vez recuerdo con mayor rapidez que cuando surge una ansiedad es en mí donde debo resolverla, porque no importa a donde vaya uno, las ansiedades se meten en la maleta y se pegan a la piel hasta que las resolvemos desde el corazón.
Otros
temas sobre los que forevereé (se complica decidir la ortografía de un término
propio) fueron: la grandeza del océano y sus secretos, la magnitud y esencia de
Dios, los caminos que quiero seguir, lo que busco en una pareja, todos temas
sobre los que seguro luego les contaré.
¿Qué
hice para divertirme? Reírme, reírme mucho, cantar, platicar y platicar con mi
amiga. Tuve un descorche de alegría, con unos amigos entre 50 y 65 años que me
hicieron reír mucho la primera noche; la segunda noche cenamos con otros amigos
y un comentario derivó en un ataque de risa de los que te tiran de la silla y
no te importa seguir retorciéndote en el piso porque no puedes parar (no que me
haya pasado, es solo el ejemplo, ya no me caigo de las sillas J). Después de este ataque he tenido varios
más y me encanta la idea de seguir riéndome a carcajadas. Fui a un cantabar
“nativo” llamado “Yeyengues” donde bailé con el “choyero” –nativo de Los Cabos-
que amablemente se apersonaba en la mesa para sacarme a bailar y fui a una
fiesta en la playa bajo una impresionante luna llena disfrazada de los 60´s.
Por
fin la última noche apareció mi “acto de psicomagia”. No tuve idea que iba a
pasarme hasta que sentí la piel chinita y ganas de llorar por lo conmovida de
estar frente a la ceremonia que me había elegido a mí. Ese día fuimos a cenar a
un HER-MO-SO restaurante llamado “Sunset Da Monalisa” http://sunsetmonalisa.com/cms/. Está en un lugar privilegiado desde donde se puede
apreciar la puesta del sol con el famoso arco de Los Cabos al lado izquierdo.
No hay nada que se cruce entre la terraza y el sol, NADA. Al llegar nos
comentaron que hacía 3 meses habían comenzado a realizar una ceremonia en el
momento justo en que se pone el sol. Ahí estábamos las dos sentaditas plática y
plática, con un delicioso vino rosado, cuando 4 meseros bajaron con cuernos y
se dispusieron formando un cuadrado entre las mesas, paraditos esperaron la
señal.
Justo
cuando un solazo rojo tocaba la montaña sonaron los 4 cuernos y todos nos callamos, los meseros fueron
rotando para tocar en sentido del Norte, Oeste, Sur y Este mientras el sol se
iba escondiendo. Al terminar el ritual de los cuatros puntos cardinales sonó un
“¡GONG!” que me retumbó en el alma entera, ahí fue cuando supe que, sin
importar ninguna explicación lógica, ese ritual había sido concebido para mí. Al
sentir retumbar todo mi cuerpo reconocí mi voz interna diciendo “estás lista”. Me volteé con Saraí y le
dije “esto era la último que me faltaba
para regresar renovada”, y así fue, regresé renovada y tranquila.
¿Qué
pasó con mis relámpagos de Agosto? Lo mismo que pasa con cualquier otro
relámpago, con el tiempo perdieron fuerza e impacto.
Relámpago
laboral. Una semana antes de irme de vacaciones me encerré para hacer el
reporte del proyecto complicado. Lo presentamos regresando de vacaciones, recibimos
felicitaciones y una cita para establecer las formas de trabajo para el próximo
año. Claro que la vida siempre trae más y los retos laborales se presentan con
cada nuevo proyecto, lo importante es entrarle con actitud.
Relámpago
habitacional. Nada que al pasar de un año no se pueda resolver. Elegí rápido y
con el estómago, hay cosas que no me encantan, pero he decidió honrar mi nuevo
hogar por las metas que gracias a este cambio podré alcanzar.
Relámpago
de pelito corto. El corte se ha ido acomodando con el tiempo, lo bueno es que
me crece rápido. Muchas personas me dicen que me veo mejor que antes (empezando
por mi mamá, jaja). Incluso Lacho, -un ex galán que hoy es un gran amigo (siempre trato
de conservar los cariños que no llegan a más)- me dijo “nunca te había visto tan guapa como ahora”. Les pondría una foto,
pero la chispa de mi personalidad se aprecia mejor en vivo ji. También recibí un mensaje casual
cuando abrí la libreta en la que anoto las frases que me gustan de los libros
que leo y me encontré lo siguiente: “no
existe mujer bonita, cuya belleza haya sido hecha sólo por la naturaleza.
Existe, sí, la sensación de la belleza” (Mia Couto, Venenos de dios remedios
del diablo) http://revistacritica.com/vigilia/venenos-de-dios-remedios-del-diablo-las-incurables-vidas-de-villa-cacimba-de-mia-couto
No
existe un camino correcto con coordenadas exactas ni exento de bifurcaciones confusas.
Existe, sí, la sensación de caminar en la dirección correcta ….