lunes, 19 de marzo de 2018

Y entonces cana a cana comenzó a caerme la edad


En los últimos años he ido acumulando suficiente evidencia física para afirmar contundentemente que la edad me cayó encima, que mi cuerpo ha empezado a mostrar signos de que estoy empezando a ser “una mujer de cierta edad”.

-          El primer momento en el que me di cuenta de que algo pasaba fue cuando bajé de una periquera apoyando las rodillas en el asiento mientras bajaba las piernas al piso lentamente, humillación total. Estaba bajando unas botellas en la cocina, al terminar volteé y, como siempre, me dispuse a dar un salto al piso; algo en todo mi cuerpo, mente y corazón me lo impidió y en un micro segundo pensé “si brincó me mato o de menos me rompo algo”. Procedí a la vergonzosa acción de “escalar hacia abajo” la periquera.

-          Segundo momento, estaba agachada en cuclillas, perdí el equilibrio y me tomó alrededor de 5 segundos levantarme… 1, 2, 3, 4, 5. Parece poca cosa pero NO LO ES, mi cuerpo me dijo “necesito más tiempo y espacio para encontrar el equilibrio”. Para mí, que desde chiquita me he subido a árboles, corrido como cabra loca -en el club me decía “la Gacela”- y sentido enorme seguridad en la fuerza de mis piernas, fue tremendo cachetadón.

En adelante dejaré de contar los momentos por salud mental.

-          Mis articulaciones han perdido cartílago, lo notó principalmente en mis rodillas -no me pregunten cómo lo noté, nocierto, sicierto, nocierto, sicierto jajajaja-. El tema es que si las apoyo en el piso siento mis huesos clavarse, haciendo ejercicio me cuesta trabajo mantener posiciones con las rodillas en el piso. Tengo una rodilla operada y esa cada día me pide más, me grita con pequeñas punzadas que la fortalezca.

-          Cuando dejo un tiempo de hacer ejercicio y regreso, cada vez me cuesta más recuperar condición y músculo. ¡Ah, pero vieran con qué rapidez pierdo lo que voy ganando!

-          Pasemos a la piel, ¡uf!, la piel. Desde los 28 años tengo una rutina para cuidar la piel de mi cara y he sido súper disciplinada. Me gusta cuidar mi cutis porque pretendo madurar y envejecer con dignidad sin ningún procedimiento invasivo. Esto no impide que al notar las primeras muestras de madurez en mi piel haya puesto el grito en el cielo. Desde hace algunos meses cuando me maquillo pongo cuidado en limpiar con mi dedo anular el maquillaje que se encierra en los carriles debajo de mis ojos. Por más yoga fácil que haga diario llegaron las arrugas en las bolsas de mis ojitos pizpiretos acompañadas de una arruga en el entrecejo del lado derecho y marcas de expresión paralelas a la nariz.

-          Y si empezamos a hablar de canas mejor me apuro porque en lo que escribo seguro tengo 20 más. Hace unos 5 años empecé a encontrar una que otra cana, hoy tengo zonas de la coronilla repletas, repito REPLETAS, de hirsutas y blancas canas. Tal vez usted piense, bueno, algunas serán, NOOOOOO, son muchísimas, al grado de que en adelante tengo que pintarme el pelo al menos cada mes porque arrugas sí, pero canas ¡NO! Y cómo aún no quiero empezar a pintarme el pelo completo, si me ven con cola de caballo verán pelitos blancos a los costados y pelitos blancos parados, porque claro, ¡el pelo que me crece me crece en modo cana!

-          La cosa continúa con perdida de volumen en la coronilla y pelo más delgado. Delgado del estilo, antes las ligas me daban dos vueltas, hoy pueden darme tres y si me apuro hasta cuatro vueltas bien apretadas. Las mujeres entenderán.

-          Como pilón mi nombre, GABRIELA, mi tan bonito nombre se está convirtiendo en nombre de mujer madura. ¿Recuerdan nombres de la infancia que eran de mujeres mayores Doña Conchita, Doña Gertrudis, Doña Genoveva? Bueno, pues Gabriela se está convirtiendo en un nombre “maduro”, ¿cuántas niñas o adolescentes conocen que se llamen Gabriela?

Toda esta confesión ¿para qué? ¿solo para quejarme en público? ¡Claro que no! Por supuesto que es algo que me pesa porque me obliga a cambiar la imagen de mí misma y de las cosas físicas que puedo o no puedo hacer, y sobre todo para reflexionar sobre las metas en las que quiero enfocarme mientras me preparo para cumplir 45 y 50 años. Puede parecer un poco extremo prepararme para los 50 estando a 4 meses de cumplir 44, digamos me gusta planear para lograr objetivos relacionados con mi estabilidad personal.

Hasta antes de todos estos eventos repetía sin cesar que lo importante con la edad es la actitud, la jovialidad, la forma en la que nos conectamos con la vida y las circunstancias, sin duda sigo pensando igual. La actitud nos lleva a lugares increíbles mientras que nos sostiene en los complicados y ahora añado un elemento indispensable desde mi punto de vista, la SALUD FÍSICA. La capacidad del organismo para funcionar de manera adecuada y la capacidad física para sostenernos, sin salud no importa la actitud que tengamos, estaremos a medio camino de la forma en la que queremos vivir los años por venir. La forma en la que quiero vivir mi edad madura y mi vejez es sana, fuerte, independiente, con energía para seguir aprendido, viajando, haciendo las cosas que me inspiran y alimentan la mente y el corazón. La única manera de lograrlo es reflexionando hoy frente a las señales que me manda mi cuerpo para aconsejarme que lo cuide porque ya le cuesta un poco más recuperarse, restaurarse. Mi cuerpo es mi amigo, mi casa, mi molde, mi aliado o mi carga, yo decido cómo nos vamos a relacionar en el futuro a partir del trato que le he dado y que comience a darle hoy.

Hace años cambié mi alimentación, mi organismo funciona de manera correcta, siento energía. Aún con el desgaste de la edad siento los beneficios en mi piel, pelo, así como en el funcionamiento diario. Me toca aplicarme más en este tema, así como fortalecerlo porque a partir de los 40, cada capacidad que se va perdiendo es más complicada de recuperar. Hoy me toca comprometerme conmigo a estirarlo, darle fuerza porque quiero que me siga sostenido y que tenga resistencia cardiovascular.

Tengo escoliosis lumbar y una rodilla operada, esas dos cualidades me piden cuidados que si no fortalezco hoy mi estructura pueden volverse cargas con la edad y no quiero ser esa señora de 65 que no puede caminar mucho porque la rodilla no la deja o tener dolor de espalda que le impide disfrutar; quiero ser esa señora de 65 que sigue conociendo el mundo y bailando salsa en tacones hasta que se canse el DJ, quiero ser esa señora vital y sonriente que sigue aprendiendo y sorprendiéndose con la vida, quiero ser esa señora que se llama Gaby y le da vitalidad a su nombre, quiero ser esa señora que a los 90 sigue riendo a carcajadas brindando porque ha podido disfrutar siempre lo que ha querido.

Como primera parte de mi plan en esta etapa de vida, he comenzado un gran hobbie nuevo. Estoy empezando a hacer Senderismo, lo que me obliga a fortalecer todo mi cuerpo y mi mente. También me lleva a la naturaleza mientras que me ayuda a cambiar hábitos físicos y mentales. Cada paso en la montaña será símbolo de los pasos que dé hacia mi visión personal, hacia mi yo de 65, 70, 75, 90….y ¡LO AMO!

 Y, ¿ustedes cómo quieren ser a los 65 años?

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