Desde mi muy personal punto de vista nos olvidamos de forma terrible de la inteligencia del corazón para llenar de virtudes intelectuales al cerebro y así justificar conductas y decisiones en función del pensamiento, el cuál sin duda es inteligentísimo… sin embargo, nunca más que el corazón.
Permítanme explicarme mejor desde la perspectiva orgánica y la perspectiva “mágica-musical-emocional”.
Para el adecuado funcionamiento de nuestro organismo y la reacción frente a cualquier circunstancia de vida damos todo el crédito al cerebro, reconocemos que es él quien da las órdenes precisas a todos nuestros sistemas para funcionar y actuar. Aún así hay un órgano más inteligente, el corazón, aunque nunca lo consideramos de esa forma. Son nuestros corazones lo que frente a cualquier situación saben con exactitud a qué ritmo deben bombear la sangre para que nuestros cerebros puedan pensar y entonces actuar. El cerebro no regula el pensamiento de nuestro corazón, al contrario, gracias a las sabías decisiones cardíacas es que el cerebro puede reaccionar, entonces ¿quién es el órgano más inteligente? Para mí el corazón, y justo por esa gran inteligencia es que le gusta pasar desapercibido; es tan sabio que la humildad es una de grandes sus virtudes, razón por la cual siempre sonríe de lado dejándole todo el mérito a la obviedad cerebral.
Ahora, en el mundo “mágico-musical-emocional” el corazón es quien ilumina el camino, pero no siempre lo sabemos reconocer. Ahí, en mi corazón, vive lo que me gusta llamar “la voz de Dios en mí”, la intuición, el sexto sentido, esa sensación que siempre me deja saber si he tomado la decisión correcta o no. A veces le hago caso, pero muchas otras veces no.
El buenazo de mi corazón siempre manda señales en forma de palpitaciones, sensaciones en el estómago, calambres en los dedo para indicarme sí una decisión es conveniente. El problema es que no hablo bien su lenguaje y ahí tengo al pobre esforzándose por guiarme, luchando contra la fuerza de mi mente, porque resulta que el lenguaje de mi mente es uno que sí conozco bien. Sus mensajes se manifiestan a través del miedo, de la duda, de las inseguridades que traigo cargando en mi costalito desde pequeña. Es entonces, cuando en el umbral de una decisión me encuentro a mi misma valorando hacerle caso a la mente o al corazón. Mi mente, vanidosa como ella sola, trata de imponerse orgullosa y segura por el poder que le da su arma cargada de miedos sobre mí, mientras que el sabio corazón me ve desde un rincón cansado por sostener una pancarta en la que con letras ya borrosas me escribió desde el día en que nací cree en mí, confía en mí, no puedo hablarte de otra forma, por favor ponme atención... mu-cha-chi-ta-ba-bo-sa (lo último lo tuvo que agregar con el paso de los años para ver si así le prestaba más atención).
Para apoyar más mi idea déjenme preguntarles ¿quién consideran que es más inteligente, el ser humano o cualquier otro animalito de la creación?.........¿Cuántos pensaron que el ser humano? Yo digo ¿inteligente para qué? Para vivir, sin duda me parece más inteligente cualquier otro animalito, animalote o bichito. Véanlo de esta forma. El ser humano tiene hambre y entonces tiene qué pensar ¿qué como? ¿Cómo le hago? ¿Y si me hace daño?, la tele dice que comiendo eso voy a ser más feliz, etc. Mientras que cualquier otro animalito siente hambre y sólo busca su alimento hasta encontrarlo, se lo come y tan tan. Ahora, un ejemplo más complicado, el animalito tiene ganas de aparearse, busca una pareja que esté en iguales circunstancias, se aparea y tan tan, ¿de verdad quieren que les haga el recuento de las implicaciones mentales para los humanos significa el hecho de “aparearse” con otro? Yo quiero, yo no quiero, no tiene nada de malo, mira que ahora no me parece el tiempo, eres una apretada prejuiciosa, eres un desconsiderado machista, mugre vieja loca, mugres hombres, todos son iguales. ¿Si me explico? Además, que yo sepa, ningún otro animal de la creación ha inventado para su raza entera tal sistema social que genere el estrés que nos provoca el sistema social que como raza humana hemos implementado. ¿A quién creen ustedes que siguen los animalitos a la mente o al corazón?...... Y nosotros considerándonos los más inteligentes sobre el planeta justo porque tenemos en nuestra mente la capacidad de pensar.
Yo digo, sigamos al corazón, pero no a las voces de la mente que luego se confunden con las del corazón, esas qué dicen pero si estoy locamente enamorada (eso es el miedo que nos hace justificar nuestras imprudencias), pero si no soy cómo él/ella quiere que sea no va querer estar conmigo (también son las voces de la mente pensando que es mejor dejar de lado nuestros principios con tal de no estar solos) pero si me dijo y me dijo y me dijo (de nuevo la mente justificando con palabras lo que en realidad debe sostenerse por sí sólo con acciones). Mejor sigamos al corazón, si lo escuchamos sin miedo y con claridad siempre sabrá ayudarnos a encontrar nuestro mejor lugar.
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