martes, 28 de diciembre de 2010

36 años, 36 aprendizajes

Cumplir años es uno de los momentos del año que más disfruto. Para mí son 365 días nuevos, todos sin estrenar y listos para crear cualquier cosa que quiera, pero también significa reflexionar sobre mi paso por la vida.

El 13 de julio cumplí 36 años y estos son 36 aprendizajes que me acompañan:


1) Los malos momentos son sólo eso, momentos. No se quedan para siempre y depende de uno salir de ellos más tarde o más temprano.
2) La familia y los amigos son siempre lugares seguros para divertirse, llorar y disfrutar la vida. Deben procurarse, mostrarles el amor que les tenemos y la importancia que tienen en nuestras vidas.
3) Vivir con TDA puede ser un problema convertido en tragedia o un detalle diferenciador que puede controlarse y usarse a favor. Es importante valorar que se es una persona inteligente, lo otro es sólo un detalle original de la mente.
4) La estabilidad, fortaleza y madurez emocional requieren mucho tiempo, esfuerzo y valor para hurgar en el pasado y resolverlo. Una vez que logras tenerlos son fuertes pilares de vida.
5) Los papás no siempre cumplen lo que prometen, y a veces puedes no estar de acuerdo con ellos, pero harían hasta lo imposible por darnos aquello que nos hace felices. Agradezco a los míos por todo lo que me han dado, los amo.
6) Ninguna mujer (u hombre) debe de luchar “contra viento y marea” por el amor de nadie. El amor es un acto de voluntad y compromiso personal. No puedes amar a quien te daña, eso es acomodarse en carencias emocionales previas. Nadie puede darte ni provocar en tu corazón lo que tú no tienes.
7) Es más fácil actuar de forma errónea que de forma asertiva, por eso el esfuerzo de ser inteligente emocional e intelectualmente es tan grande. Es en los momentos difíciles cuando uno debe mostrar de que madera está hecho.
8) “La vida es mejor cantando”. Sin duda cantar y bailar son la mejor actividad para estimular la glándula de la alegría (más sin son rolas de los 80´s y 90´s tipo Yuri, Laureano Brizuela, Pablito Ruiz, etc.)
9) El crédito es el demonio. Las lecciones para tener finanzas sanas han sido duras, pero lo más importante es ir aprendiendo. Mi abuelo decía que si guardas durante toda tu vida, al menos, el 10% de tu ingreso mensual nunca te faltará nada. Me parece un buen consejo.
10) Trabajar con niños es físicamente agotador pero revitalizante para el alma. Yo soy buena trabajando con ellos, me divierto de forma increíble. Es importante hacer lo que a uno le gusta, por eso tengo que preparar el camino de regreso a ser “Miss Gaby”.
11) Un hombre separado es un hombre casado. No importa si ella le fue infiel un año o veinte o si él le pegó a ella, no hay historia que valga, separado es CASADO.
12) Si metes el dedo a una puerta de madera cuando se va cerrando, lo más probable es que te quedes con sólo la mitad del dedo en tu cuerpo. Lo aprendí a los 3 años. Aunque el aprendizaje debería ser nunca dejar a los niños jugar a cerrar y abrir puertas.
13) Los papás no nacieron siendo mamás y papás, también son hombres y mujeres con historias, miedos, dolores y demás vivencias que han tenido que resolver a la par de ir encontrando la mejor forma de educar a los hijos. Cualquier cosa que piense que “me hicieron” mis papás ya pasó, ya no soy una niña, o lo resuelvo o lo padezco.
14) Es mejor no tomarse la vida tan en serio. Hay que ser adultos sin dejar de divertirnos como niños cuando la ocasión lo amerita.
15) Soñar sin planear ni proyectar es una actividad muy entretenida pero con pocos resultados. Más vale tener una meta que un deseo.
16) Ser 100% independiente es la mejor sensación del mundo. Nada mejor que la independencia económica y emocional. Eso te hace ser 100% responsable con tu vida y tus decisiones.
17) Fobia y U2 son los mejores grupos del mundo mundial del universo. En consecuencia Bono y Leonardo de Lozanne son los hombres más sexis del mundo, no importa que diga la revista People.
18) La vida es para disfrutarla, no para sufrirla. Hay que desechar lo más pronto posible todo aquello que nos provoca dolor. Nuestra responsabilidad personal es ser felices, siempre cuidando de no dañar a otros.
19) Si no cuidamos nuestro entorno éste no nos cuida a nosotros. El compromiso es indispensable para poner nuestro granito de arena en pro del medio ambiente.
20) Leer es una hermosa actividad. Te permite descubrir mundos nuevos, formas de pensamiento diferentes, historias increíbles, es uno de los mejores compañeros de vida, si lo compartes con amigos la experiencia es más enriquecedora aún. Disfruto enormemente mi círculo de lectura de los lunes.
21) Actuar con buena voluntad siempre trae sus recompensas, aunque a veces de flojera o implique sacrificios personales. Incluso cuando sientas que algo es injusto contigo y tengas ganas de hacer algo terrible, la buena voluntad es la mejor opción. Claro, sin ser un tarugo.
22) Lo que se considera naco es sumamente divertido. Mi amigo Peter diría “entre más corriente más ambiente”. Basta con que alguien muestre diversión frente al naco-estímulo para que todos se emocionen.
23) Llegar a los 36 años con condiciones de vida completamente diferentes a como imaginaba hace 10 años (básicamente soltera) no me preocupa tanto como hace algunos años. Dios proveerá al buen hombre, mientras tanto puedo convertirme en una mejor mujer. Aunque a veces pienso que me lo deben estar tejiendo a mano :).
24) Decir una mentira es fácil, pero sostenerla y salir airosa es imposible. La verdad siempre sale a la luz y hay pocas cosas que lastiman tanto como la deshonestidad, que siempre va ligada a la cobardía.
25) Depresión y comida juntas son una bomba que puede jalarte a un pozo muy hondo. Lo mejor es combatir la tristeza con ejercicio y una actitud positiva. La tristeza y el enojo no aguantan por mucho tiempo “la buena ondez”.
26) Si no lavas, o de menos enjuagas, los trastes después de comer cuesta mucho trabajo lavarlos después. Esto también aplica si decimos que cada trabajo que no haces bien desde la primera vez, por flojera o desidia, tendrás que repetirlo muchas veces más.
27)Toda persona enojada o considerada como mala tiene un gran dolor detrás que le impide ver con claridad y si te enrolas….. te friegas. Es mejor dejar ir, el karma termina por acomodar las cosas en su lugar.
28) La constancia es mejor que la intensidad momentánea. Esto aplica para el amor, el desarrollo profesional, la amistad, para todas las áreas de la vida. Bien dicen que “la llama que arde con doble intensidad, arde por la mitad de tiempo”.
29) No pasa nada cuando no entiendes algo y preguntas “¿por qué?”. Muchas veces te sorprende que nadie sabe la respuesta cuando otros parecían muy seguros sobre el tema. Más vale una pregunta a tiempo que hacerte el muy fregón y regarla.
30) Cualquier cosa que quieras lograr en la vida requiere disciplina. “El único lugar en el que éxito aparece antes que trabajo es el diccionario”
31) Si no tomas decisiones a tiempo, las decisiones terminan por tomarte a ti, y claro luego está uno quejándose. Todo en la vida tiene el tiempo correcto hay que aprovecharlo porque éste nunca regresa.
32) Las decisiones no deben tomarse bajo la influencia de enojo, miedo, desesperación, coraje, tristeza. Hay que sentir las emociones, saber administrarlas, ponerlas en su lugar y entonces decidir con perspectiva.
33) Indiscutiblemente prefiero ser feliz, sentirme alegre a estar triste y deprimida. No puedo controlar lo que pasa en la vida, pero si puedo decidir la forma en la que la enfrento. Decido enfrentarla sin miedo y con amor para ser feliz. (No siempre me sale, pero al menos el intento si lo hago).
34) Apenas 100 años de vida alcanzarán para disfrutar todas las cosas hermosas que hay a nuestro alrededor. Hay que aprovechar y  buscar ser felices TODOS los días.
35) El cerebro es un músculo muy poderoso, hay que estimularlo constantemente para que siga fortaleciéndose. Es importante tener una vida propia con intereses que cultivar, que hagan trabajar la mente, esto siempre la mantendrá joven.
36) Friends es la mejor serie del mundo y Fernando Colunga es el gusto culposo más “sabroso” de la vida.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Nada más cierto que la sabiduría popular



Comentan por ahí que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, para ser sincera yo pensaba que esa era la más vil y pura de las mentiras. Permítanme les explico porqué:
De niña yo era bien, pero bien mentirosa, No me dejaron tarea… ya la acabé… yo no me comí el pastel –me atrevía a decir con la boca aún embarrada de chocolate-  yo no fui, fueron mis hermanos… ya me acabé la comida… hoy no me dieron las calificaciones… sí hice la tarea pero se me olvidó en mi casa… se cayó solito, yo no lo rompí.
Y borracha….., bueno, puedo inventar las mejores historias del mundo. Exageró anécdotas, me convierto en súper heroína, juro, prometo, invento chismes, niego hechos con la desfachatez de un niño, en fin, ya saben a qué me refiero.

Pero ¿qué creen?... que desde el otro día me da la gana creerme completito ese dicho.

Después de una semana muy atareada necesitaba irme de fin semana de menos a Cuernavaca a un spa. Como era puente no encontré ningún buen lugar que tuviera espacio, así que me fui a un hotelito con una amiga. Al llegar no me pareció muy cómodo que hubiera varios niños, pero yo necesitaba descansar y eso iba a hacer.

Después de instalarnos en el cuarto, bajamos a la alberca en traje de carácter, entiéndase bikini. Al no tener nada mejor que hacer comenzamos la típica rutina femenina, nada tan de mujeres como criticar la lonja propia.
Yo le conté a mi amiga como había pasado por todas las etapas; el bikini grande para taparme, usar playerita de tirantitos para estar cómoda, traer pareo todo el tiempo, comprarme traje de baño completo, hasta que regresé a los bikinis chiquitos, esos que podía ponerme libremente a los 18 años. Ya me asumí con mi pancita- le dije con toda tranquilidad- y además me he dado cuenta de que mientras más chiquito el bikini menos es la carne que aprieta. Respire profundamente al terminar de decir esto y, con la soltura que da la edad, seguí tendida panza para arriba lonja para abajo disfrutando del sol.

Continuamos platicando muy a gusto de nuestros defectos corporales, revisándonos y destazando cada milímetro de piel, disfrutando de ese juego femenino en el que competimos por decir que nuestras estrías son peores que la celulitis de la otra.

Mientras estábamos en este extraño ejercicio de auto contemplación proseguí con mi rutina de “embellecimiento”. Me puse mi gorrito y mucho bloqueador del 40 en la cara, ese que deja una capa blancuzca. Podré tener celulitis, pero arrugas, ¡jamás! –dije con toda seriedad. Ya nada más para acabarla de amolar ¡todavía me senté para ver mi revista!, postura que hace que la panza se frunza más y favorece la joroba, porque como quiera acostada te defiendes con la piel estirada. Conclusión, no era la mejor imagen de mi misma en escenario de alberca.

Así estaba yo, torturándome con las imágenes photoshopeadas de modelos y figuras famosas justo después de haber renegado de mi cuerpo hasta el cansancio cuando de repente siento una mirada que me despierta incomodidad por mi poco glamorosa situación. Lentamente subo mis ojitos entre queriendo y no encontrarme con la fuente de mi incomodidad, para mi sorpresa me topé con los inocentes ojos de un niño como de 8 años que venía tomado de la mano de su mamá. Me sonríe, le sonrió y conforme va pasando junto a mí veo que me dice algo que no entiendo. Llena de curiosidad le digo hola, no te entendí ¿qué me dijiste? Él, con la inocencia, SABIDURÍA y HONESTIDAD de los niños me dice que estás bien bonita, acto seguido continuó su camino tan campante sin saber lo que había provocado en mi.

En ese justo momento mis lonjas se esfumaron, mis músculos se tensaron y no pude encontrar un sólo gramo de grasa en mi cuerpo o en mi cerebro. Todos los comentarios que construí durante los cuarenta minutos previos parecían muy lejanos de mi, ahora, escultural cuerpo y tersa piel.

Desde ese día creo ciegamente en la sabiduría popular mientras juro a pie juntillas que los niños SIEMPRE dicen la verdad.

Rabiosa y rendida

Maldito el rayo que te partió el corazón, ágil y certero.  Cuando te cayó de lleno estabas inmóvil en la cama tratando de apagar la memoria. Afuera llovía. Apenas pudiste sentir la explosión que expulsó esas dos mitades de tu cuerpo. El dolor fue muy agudo, te cegó por un momento que supo a eternidad.
De las dos mitades, la primera que reconociste fue la rabiosa. Estaba abierta de forma impúdica salpicando sangre, escupiendo en rojo tu dolor. Ese dolor y la impotencia que te habías obligado a contener se manifestaban como unas intensas ganas de destruir con tus garras lo que hubiera alrededor, incluyéndote a ti misma.
Tendida al lado viste la otra parte de tu corazón, la que rendida en medio del caos trataba de encontrar el latido que te permitiría seguir viva. Te sentías atrapada y luchabas, no buscabas destruir sólo necesitabas libertad para consolarte.
No recuerdas el primer movimiento pero por fin reaccionaste, tenías que hacerlo. La mitad rabiosa te gritaba ¡no toques nada!, quédate como estás, ¡no olvides jamás que te han roto el corazón!; mientras que la rendida susurraba no hay más, muévete, haz algo…. por favor haz algo, sálvanos.
Ahora lo recuerdas, fueron las voces del corazón las que te hicieron pensar déjenme, cállense, entonces te moviste. Fue un leve giro de cabeza sobre la almohada, pero te moviste. Esa pequeña victoria sobre la voluntad vencida te obligó a darte cuenta de que seguías viva, adolorida pero viva.
Intentabas ubicarte de nuevo en este cuerpo que habitas, reconocerte en esas entrañas, en tu desconsuelo; sí, buscarte ahí fue lo más fácil para asimilar que ésta que sufre eres tú.
Ahora reniegas, quieres salir de ahí, no del cuerpo sino del resultado de ese mal rayo que te partió. Recuerdas la voz masculina diciendo perdón…, se feliz…, cuídate…, adiós. Una punzada, un trago que no baja por la garganta, es el grito ahogado del desamor. Reconoces tus ganas de llorar al preguntarte ¿cinco palabras?  Cuesta trabajo creer que cinco palabras son el final.
Estás sola y no mereces ésto, dice la rabia mientras la observas moverse convulsa en el piso. Necesitas venganza, cobrar dolor con dolor -parece que grita- no importa que te consuma la vida, necesitas su corazón partido en dos. Mientras escuchas miras fijamente hacia la nada que se convierte en pared. El cuerpo inmóvil contrasta con la ráfaga de pensamientos que se agolpan en el cerebro. Sientes alivio por un momento y entiendes que ha comenzado a nacer la raíz del rencor.
Es una raíz que se clava violenta en la tierra fértil que prepara la desesperanza, esa violencia es la que te hace reaccionar. ¡NO!, gritas con la mente, con la voz, con todo el cuerpo. Esta vez el movimiento es mayor, te giras completamente hacia el otro lado. Otra batalla ganada a la voluntad. Ahora sabes que eres dueña de tu cuerpo, pero aún te falta recuperar el corazón.

Extiendes la mano para recoger la mitad rabiosa. Al ser parte de ti, reconoce la intención de sanar antes de que logres siquiera tocarla. Se revuelve retorciéndose, tratando de escapar. No quiere ceder, está de venas abiertas al rencor. Tu mano la alcanza, la aprietas amorosamente hasta que deja de sollozar. Es ahora o nunca, la pegas al pecho y sientes cómo traspasa tu piel hasta ahuecarse en su lugar.
La mitad rendida, rendida está. Ha sido una dura batalla, mantenerte viva luchando contra ti misma no ha sido el más fácil de los combates. Se encuentra quieta, sumisa, inmovilizada y a punto de darse por vencida. La tomas con decisión, sacudiéndola. Te necesito, ahora te necesito, le dices en un ruego que la saca del letargo. La miras y es como verte a los ojos, cierran el pacto y entonces comienzas a sentir que se eleva el ritmo de sus medios latidos.  De nuevo piensas ahora o nunca, la aprietas contra el pecho y con cada latido la sientes reconocer su espacio mientras se abre camino por tu cuerpo.
Por fin las dos manos sobre el pecho tranquilo, cierras los ojos, inhalas... y al soltar el aire decides que vas a continuar viva. En ese mismo momento escuchas caer otro rayo furioso, la noche se llena con lo que reconoces es EL grito masculino de dolor.